El ministro de Medio Ambiente israelí, Gilad Erdán, declaró en el
Parlamento que Israel debe cambiar su política y reconocer la matanza
que sufrió el pueblo armenio en 1915 a manos del Imperio Otomano, actual
Turquía, como un acto de genocidio.
Erdán, aliado del primer
ministro, Binyamin Netanyahu, aseguró, ante una pregunta de la
oposición, que el Gobierno israelí debería reconocer el genocidio
perpetrado contra el pueblo armenio. La dirigencia de Jerusalén siempre
había rechazado esta posibilidad para no perjudicar sus relaciones con
Ánkara.
Desde el año 2010, las relaciones entre ambos países se
deterioraron tras el abordaje por parte de un comando especial israelí
contra una flotilla que pretendía romper el bloqueo a la Franja de Gaza y
en el que murieron nueve turcos. Como consecuencia, Turquía retiró a su
embajador y anuló la cooperación militar.
Erdán precisó que el
Gobierno israelí no cambió su postura en la tragedia armenia, pero
indicó que debe apoyarse la existencia de «discusiones abiertas y
profundas que analicen los datos y los hechos».
Los diputados
votaron a favor de elevar la cuestión a una comisión educativa. Yigal
Palmor, uno de los portavoces del ministerio de Exteriores, aseguró que
la posición del Gobierno israelí sigue siendo que la cuestión debe
quedar en manos de los «historiadores para que no se convierta en un
asunto politico».
El presidente del Parlamento, Reuvén Rivlin,
que pertenece al partido Likud de Netanyahu, declaró que «quienes están
pidiendo el reconocimiento de los asesinatos no pretender presionar para
conseguir intereses sino simplemente una justicia histórica».
Nino
Abesadze, parlamentario del partido Kadima, aconsejó que la cuestión no
se vincule con las relaciones diplomáticas con Turquía. «El genocidio
está por encima de la política», indicó.
Armenia afirma que
alrededor de 1,5 millones de cristianos armenios murieron en el este de
Turquía durante la Primera Guerra Mundial como parte de una política
genocida ordenada por el Imperio Otomano.
Los sucesivos
gobiernos turcos y la propia población asegura que calificar el asunto
de genocidio es un insulto. Ánkara recuerda que, en esa época, se
perdieron muchas vidas en ambos bandos.
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